Inconscientemente podemos propiciar que nuestros deudores
demoren en pagarnos lo que nos deben.
El dinero tiene valor
— por el poder de compra que nos confiere,
— por el esfuerzo que nos cuesta ganarlo y
también
— por el esfuerzo que nos cuesta cobrarlo.
Las personas que pagan lo que nos deben con
retraso o imponiéndonos dificultades, demoras, esperas, llamadas recordatorias,
indirectamente le aumentan el valor subjetivo que le asignaremos a ese dinero
el día que lo cobremos.
Acá corresponde hacer un comentario antes de
continuar desarrollando la idea.
Según parece podría ser cierto lo que dice el
psicoanálisis en cuanto a que existe una parte de nuestra psiquis que nos es
desconocida pero que tiene una gran influencia en nuestras creencias,
percepciones, opiniones, gustos, criterios, sensaciones subjetivas.
En otras palabras, si aceptáramos la existencia
de esta parte desconocida de nuestra psiquis, también aceptaríamos la hipótesis
según la cual podemos tener una buena opinión de algo que inconscientemente
descalificamos y podemos tener una mala opinión de algo que en el fondo
preferimos.
Hecha esta aclaración, es posible sugerir que
si bien es cierto que a nadie le gusta (conscientemente) estar perdiendo tiempo
y energía para cobrar lo que otro nos debe pagar, en el plano inconsciente
puede ocurrir que esas dificultades para recibir lo que ya es nuestro, hacen
que subjetivamente (inconscientemente), le agreguen valor a ese dinero que
tanto nos cuesta cobrar.
Dicho de otra forma: Si dos personas nos deben
1.000 y una nos paga en el momento acordado, sin causarnos mayores dificultades
y otra nos impone todas las molestias y demoras imaginables, conscientemente
estaremos furiosos con el moroso (demorón, incumplidor), pero inconscientemente
podemos terminar sintiendo que los 1.000 recibidos de éste parecen más valiosos
y que por lo tanto nos gratifican (premian, agradan) más que los 1.000
recibidos puntualmente.
(Este es el Artículo Nº 1.938)
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