lunes, 1 de julio de 2013

Cuando la oferta genera una demanda




No siempre tenemos que esperar a que alguien nos pida un trabajo concreto: podemos ofrecerlo pues seguramente alguien lo comprará.

Imaginémonos un grupo de, por ejemplo, 100 personas que viven relativamente aisladas del resto de la humanidad.  

Son 50 hombres y 50 mujeres, entre niños, adultos y ancianos. Viven de los productos vegetales que recolectan en la zona y de las proteínas que obtienen de los animales que ordeñan y faenan.

Uno de ellos, Juan, fabricó un cuchillo admirado por varios pobladores. Estos desearían tenerlo pero solo Juan sabe fabricarlos.

La mujer que vive con Pedro le dijo a éste que le gustaría tener ese cuchillo para cocinar alimentos más ricos y abundantes. Pedro habla con Juan y le dice que le gustaría comprarle el chuchillo. Juan le pone un precio y Pedro se lo paga, llevándose el cuchillo para que la mujer que vive con él cocine alimentos más ricos y abundantes.

Ahora tenemos que Juan tiene en su poder algo que no necesita tanto: el dinero que recibió de Pedro.

En poco tiempo encuentra que podría destinarlo a comprar unas botas para su hijo. Va y habla con la zapatera Susana y ésta se las vende.

Recapitulemos:

Juan trabajó fabricando un cuchillo tan hermoso y útil que también les gustó a otras personas, además de a él mismo.

Esta acción inicial de Juan dio lugar a que la zapatera Susana tuviera trabajo porque Juan le pidió que le fabricara y le vendiera un par de botas.

En otras palabras: la actitud proactiva, emprendedora, laboriosa de uno (Juan) provocó que alguien tuviera trabajo (Susana fabricando el par de botas).

Este fenómeno se llama Ley de Say porque fue quien primero dijo algo extraño, paradójico: La oferta genera una demanda.

En suma: También podemos ofrecer antes de que nos pidan.

(Este es el Artículo Nº 1.927)

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