Si analizamos la palabra
«poseer», podemos decir que algunas pobrezas
patológicas están asociadas al desinterés sexual y a la apatía erótica.
En el Diccionario de la Real
Academia Española, la tercera acepción de la palabra «poseer» (1), dice:
«Dicho de una persona: Tener relación
carnal con otra.»
Traté infructuosamente de encontrar alguna definición de «relación
carnal».
Según este diccionario, en nuestro idioma es coherente decir «mi
cónyuge», connotando que la posesión es similar a la posesión de objetos o
semovientes (animales de granja).
Coloquialmente nadie dice «Fulana poseyó a Fulano», sino que la posesión
parece unidireccional en tanto sí es posible escuchar «Él la poseyó», para
expresar, algo eufemísticamente, que fornicó con ella, o que «tuvo sexo con
ella», o que, en un registro de habla más bien rioplatense, «cogieron».
Pero volvamos a la misma fuente bibliográfica: la primera acepción de la
palabra «poseer», dice: «Dicho de una
persona: Tener en su poder algo.»
Según he insistido en varios artículos (2), es la hembra mamífera la que
entra en celo y la que convoca al macho para que la fecunde cuando ella está
ovulando.
Aunque los humanos hemos inventado barreras anticonceptivas, cada acto
sexual es un intento reproductivo. Ellas convocan al varón que desearían para
padre de sus hijos y si este está disponible, gozarán haciendo el amor con la
fantasía de que están reproduciéndose, aunque a nivel consciente saben que
pueden confiar en el preservativo, el DIU, los anovulatorios, o en la
vasectomía.
También en otro artículo (3) les he comentado que tener un patrimonio es
un acto de responsabilidad: somos responsables de lo que poseemos.
Resumiendo estas ideas podemos decir que una sexualidad apática inhibe,
tanto la posesión de la mujer (poseerla) como la posesión de bienes
patrimoniales.
Algunas pobrezas patológicas están asociadas al desinterés sexual y a la apatía
erótica.
(Este es el Artículo Nº 1.952)
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