domingo, 15 de marzo de 2009

El asesino plástico

Apelo a la exageración para tratar de ser más claro con pocas palabras. De paso les comento que siempre me gustó exagerar.

En el artículo de ayer (Lo malo de negociar con Colón) decía que inconscientemente puede sentirse como un abuso de poder, canjear objetos o servicios objetivamente valiosos por papelitos de colores (el dinero) que no tienen valor en sí mismos.

Si esto fuera cierto, entonces queda parcialmente solucionado con las tarjetas de crédito y para explicarlo recurro a una exageración.

Como para la mayoría de las personas es casi imposible matar a alguien, existen los «asesinos a sueldo» (sicarios), que se especializan en cometer homicidios por encargo.

¿Qué sucede con las tarjetas de crédito?: Cuando recibimos el bien o servicio valioso, simplemente firmamos un papelito, que no es dinero sino que es una orden que le damos a la empresa emisora de la tarjeta para que sea ella la encargada de ejecutar el «trabajo sucio» de entregarle «papelitos de colores» a nuestro proveedor.

En el artículo de ayer decía que para algunas personas puede generar culpa el uso del dinero, exagerando mucho hoy digo que algunos personas le pagan a otras para que realicen un homicidio y termino diciendo que con nuestra firma estamos dándole a una empresa la orden de que realice la desagradable tarea de entregarle dinero a este proveedor.

El razonamiento que hago es formalmente correcto (si aceptamos la extraña lógica de nuestro inconsciente). Faltaría confirmar (¡nada menos!) si es cierto que muchas personas se sienten haciendo un abuso de poder cuando pagan con insignificantes papelitos de colores.

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23 comentarios:

Anónimo dijo...

Te confirmo y te informo: Es cierto que sueles ser algo exageradito y te informo que eres bastante erótico. Tus imágenes generalmente tienen algún rasgo sexual.

Anónimo dijo...

El acto de pagar con dinero no me parece elegante. Es grotesco, bizarro, brutal, chabacano, insolente, desubicado. Cuando veo gente que paga con dinero enseguida saco la conclusión de que es una maleducada.

Anónimo dijo...

Estuve saliendo con un señor muy fino que me acompañaba cuando iba de shopping y, siempre a prudente distancia, como si yo fuera la reina, él sacaba algunas de sus tantas tarjetas de crédito, liquidaba el asunto con la cajera, y yo solamente tenía que tomar la bolsa e irme. Siempre delante de él. ¡Cómo ha cambiado mi vida!

Anónimo dijo...

Una escena que me quedó grabada era cuando era chica y mi mamá me mandaba al comercio de mi papá para pedirle dinero y él extraía del bolsillo del pantálón un fajo enorme de dinero multicolor y me daba cualquier billete sin importarle.Ese gesto es para mí muy representativo de lo que debe ser un hombre. Aún no lo he encontrado.

Anónimo dijo...

Sueño con ser cajero de un banco que haga transacciones de muchos billetes y donde yo tenga que contar y contar todo el día.

Anónimo dijo...

Dejé orden en mi banco para que debiten mi cuenta corriente cada vez que se produzca el vencimiento de mis tarjetas de crédito. Sólo veo los resúmenes. Es probable que estemos gastando un poco de más pero es muy cómodo y sobre todo seguro.

Anónimo dijo...

Quizá sea un poco romántica pero lo que usted dice acá es como una metáfora pero también una tarjeta de crédito es un eufemismo del dinero efectivo.

Anónimo dijo...

Suelen ser muy claros sus artículos pero en realidad me molestan las exageraciones.

Anónimo dijo...

En lo que a mi respecta, no tengo ningún sentimiento de culpa cuando le pago a los que me venden cosas. Tengo siempre presente lo que me cuesta conseguir esos desgraciados papelitos.

Anónimo dijo...

Si hubiera leídos esto hace unos años, lo habría rechazado inmediatamente. Pero me han pasado algunas cosas extrañas que me llevan a pensar que el dinero para mí no es un objeto más.

Anónimo dijo...

Mi hija del medio tiene dificultades intelectuales, y le tiene terror al dinero. Se ha superado en muchas inhibiciones pero cuando tiene dinero en sus manos, lo rechaza como si fuera caca.

Anónimo dijo...

Para mi el invento del dinero plástico no pasa por desculpabilizar a nadie sino para perder la noción de lo que uno lleva gastado.

Anónimo dijo...

El abuso de poder lo siento yo cuando los papelitos de colores se me escurren como agua!

Anónimo dijo...

Hay cosas que uno no tiene con qué pagarlas y queda en eterna gratitud con la persona que nos brindó eso que no se paga con dinero.

Anónimo dijo...

Sus exageraciónes pueden llevar a confución. Está bien que aclare para los que no tenemos demasiado sentido del humor.

Anónimo dijo...

No sólo la mayoría somos incapaces de matar a alguien. Todo lo que comemos y que hay que matar primero, es tarea que se resuelve a través de manos anónimas. Si c/u tuviese que matar su vaca, bajaría el consumo de carne (por lo menos durante el corto tiempo que se necesita para acostumbrarse)

Anónimo dijo...

El que debe de sentir que hace un trabajo sucio es el guarda de ómnibus, que cobra para llevar a la gente como ganado.

Anónimo dijo...

Las tarjetas de crédito ahora te debitan automáticamente casi todos los gastos fijos. Cuando retirás el salario te encontrás con la verdad: lo que te queda para sobrevivir. Es realmente impactante, al menos en mi caso.

Anónimo dijo...

Cobro el salario y pienso en cada día que me levanté y fui a trabajar sin ganas, cansado, mal dormido. Pienso en el mal trato del público y de la mediocridad de algunos de mis compañeros. Pienso en todas las horas que se suman al mes y al año, dedicado siempre a lo mismo, en ese mismo lugar. Entonces miro esos pocos billetes y siento exactamente lo que ud dice. Tanta vida, tanta dedicación, tantos momentos, no pueden reducirse a este mísero manojo de billetes.

Anónimo dijo...

Nunca sentí, al hacer un pago, que estaba cambiando un bien o un servicio valioso por un pobre papel. Lo que ud plantea quizás esté muy en el fondo del inconciente, porque en mi conciencia lo que aflora es el trabajo que me ha dado conseguir cada billete.

Anónimo dijo...

Algo de abuso siento cuando pago un trabajo que implica mucho esfuerzo, con dinero que a mi ya no me cuesta ganar.

Anónimo dijo...

La exageración se emparenta con el humor, la caricatura, la elocuencia, la pasión... a mí me cae bien la exageración.

Anónimo dijo...

Nuestra tarea vale mucho, por eso cuando pagan lo hacen con culpa.