lunes, 2 de marzo de 2009

Ven, lleva y tráeme. ¡Ahora!

La mayoría de los seres vivos pasamos por dos etapas que en los humanos llamamos niñez y adultez.

En la niñez completamos el desarrollo de las funcionalidades inmaduras y en la adultez, con todas las funcionalidades desarrolladas, podemos fundar una familia y reproducirnos.

No sé qué sucede en otras especies, pero al menos en la humana, siempre nos quedan algunas particularidades de la niñez.

Como de todo esto se sabe muy poco, andan por ahí teorías que intentan explicar nuestro afán de poder: En general las personas queremos organizar nuestro entorno a nuestro antojo, queremos que los demás nos obedezcan, nos enoja cuando alguien no nos obedece o, peor aún, pretende darnos órdenes.

Alguna de esas teorías propone que el maravilloso bienestar de la vida intrauterina y de la niñez, donde nos creemos muy poderosos y nuestra fantástica imaginación nos permiten ser protagonistas de aventuras extraordinarias, puede llegar a la adultez y hacernos actuar en consecuencia.

Los adultos podemos sentirnos omnipotentes, persistir con nuestro alocado afán de gobernar a los demás y con la pretensión de que los demás nos pertenezcan con actitud servicial ... como lo sentimos con nuestra madre.

Aunque sea obvio, igual lo digo: Un adulto que no esté al servicio de sus empleadores o clientes está condenado a la «pobreza patológica».

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20 comentarios:

Anónimo dijo...

Si mi marido no fuera tan infantil no lo idolatraría tanto. Es un osito de peluche y no me canso de acariciarlo y apretujarlo todo.

Anónimo dijo...

Yo llegué a tirarme de un techo pensando que volaría con un trozo de género que me puse atado al cuello. Se ve que justo pasaba Dios por ahí en ese momento.

Anónimo dijo...

Tengo un odio genérico a todos los mandamases. No paro en ningún empleo porque siempre me peleo con los jefes y además después no puedo reconocer que estuve equivocado. Sigo convencido que les tuve que poner los puntos sobre las íes.

Anónimo dijo...

Para mí lo más dificil es saber cuando tengo que dar un paso al costado o hacia atrás. Siempre me doy cuenta cuando ya es tarde.

Anónimo dijo...

Soy una chica muy ordenada y todo lo tengo previsto. Hice una lista de las cualidades que me faltan y puse en último lugar la obediencia. Calculo que más o menos para los 85 años (día más, día menos), la habré adquirido.

Anónimo dijo...

Prometo solemnemente en esta concurrida blogosfera que seré sumiso incondicional a partir del preciso instante en que alguien me de cualquier orden y yo detecte que tiene autoridad suficiente.

Lo juro apoyando mi mano izquierda sobre la santa Biblia. (la mano derecha la tengo ocupada con un habano).

Anónimo dijo...

Hace ya tres años que ofrezco servicios sexuales y he logrado una muy buena clientela porque conservo mi cuerpo en la mejor forma (la naturaleza ha sido generosa conmigo), pero sobre todo porque ellos saben que entiendo lo que les gusta y NADA les niego.
El próximo año tendré el dinero suficiente como para irme a donde no me conozcan y viviré cómodamente. Sería ideal llevarme a uno de mis clientes que lo tengo bastante convencido.

Anónimo dijo...

Esto que usted dice no tiene mucho sentido, porque yo ya lo sé pero no puedo hacer nada por cambiar. Con su artículo sólo me entero una vez más de que tengo un futuro muy precario.

Anónimo dijo...

La trata de blancas y la trata de blancos y ahora con Obama... Mmmm

No quisiera ser insidiosa pero... En fín. Uds me entienden, no?

Anónimo dijo...

Hay que saber ubicarse. Si sos empleado no le puedes dar rienda suelta a tus actitudes infantiles. Pero si eres jefe, gobernante o líder, necesariamente llevas muy vivo a ese niño para el cual el mundo giraba a su pies. De todos modos, si no quieres fracazar, habrás de sosegarte un poco y ser lo más razonable posible.

Anónimo dijo...

Hay un recinto privado en donde podemos seguir siendo niños, haciendo las cosas a nuestro antojo. Es nuestro hogar, siempre y cuando vivamos solos.

Anónimo dijo...

El colmo es cuando los que pretenden darnos órdenes son nuestros propios hijos.

Anónimo dijo...

Se olvidó de esa larga etapa intermedia que se agregó no hace mucho tiempo: la adolescencia. Etapa muy disfrutable (aunque con sus bemoles) para quien la vive y una verdadera prueba de resistencia para los padres.

Anónimo dijo...

De niño una capa de súperman y una pistola de agua te hacen sentir poderoso. De adulto necesitás por lo menos un auto de 50.000 U$s y una casa de 300.

Anónimo dijo...

Sólo le pido a Dios no convertirme en un abuelo de esos que se la pasan molestando a todos los que lo rodean, dando órdenes y exigiendo a los demás que hagan las cosas a mi manera.

Anónimo dijo...

Los que se tiran de candidatos a la presidencia, algo de infantil omnipotencia deben tener, no?

Anónimo dijo...

Mi niñez quedó atrás. Las aventuras extraordinarias aún puedo vivirlas como espectador, cuando voy al cine o leo un libro. Sería feliz si esas historias pudiera crearlas yo mismo.

Anónimo dijo...

¡Claro que hay que estar al servicio de los clientes! Incluso hay un dicho popular que propone adularlos y mentirles :"el cliente tiene siempre la razón"
La pena es que para defender los propios intereses, a veces hay que dejar un poco el orgullo, el amor propio. Para eso tengo cintura, pero mi límite es la dignidad; la dignidad no la vendo.

Anónimo dijo...

Sigo completando el desarrollo de mis funcionalidades inmaduras de la niñez. Voy lento pero seguro. En mi último trabajo duré 3 meses y hasta llegaron a ponerme en planilla! Después la embarré porque me pescaron con la gabardina del jefe, imitando su cojera.

Anónimo dijo...

La conclusión sería: para no ser pobre hay que servir a quién pueda pagarnos como a un niño caprichoso y malcriado.
¡¡¡QUÉ PRESENTE!!!¡¡¡QUÉ FUTURO NOS ESPERA!!!