Ayer decía en Retorno al Paraíso que procuramos alcanzar un estado ideal que no sería otra cosa que un recuerdo inconsciente de una vida intrauterina libre de malestares.
Para acceder a esa vida perfecta —libre de preocupaciones, de molestias, de angustia, de incertidumbre, en una paz completa—, podemos suponer que el camino adecuado es tener mucho dinero.
Es fácil suponer que con el dinero se resuelve todo (lo cual es parcialmente cierto). Por esto es posible que algunas personas dediquen todo su esfuerzo a obtener la mayor cantidad de dinero posible.
Cuando esa perfección buscada no sea otra cosa que un recuerdo inconsciente, realizaremos inútilmente un esfuerzo real para alcanzar una situación imposible (la vida intrauterina), desembocando por esta vía en la “pobreza patológica”.
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25 comentarios:
Cuando uno hace un proyecto optimista, seguramente se fija algún objetivo muy atractivo.
Lo que acá dice es que muy probablemente ese optimismo sea un engaño que nos produce el inconsciente propio.
Ergo: no habría que forjarse objetivos demasiado fantásticos.
El mejor proyecto de mi vida es poder comprar dos casitas iguales en un barrio obrero: Una para mis padres y mi hermana soltera y la otra para mi señora, mis dos hijas y yo.
Este artículo me está haciendo dudar porque hace ya 8 año que vengo detrás de este sueño y es muy poco lo que he podido acercarme.
La cabeza según lo que escribe, están llena de engaños, de trampas, de falsas percepciones, de conclusiones erradas, de razonamientos erróneos.
No es muy fácil vivir así, salvo que sea como lo que también dice en otros lados: Que no es mucho lo que en verdad hacemos sino que todo nos viene dado y pensamos que fue resuelto por nosotros.
Yo quiero alcanzar un estado ideal pero antes que recordar mi niñez, lo que quiero es hacer lo que hacen los personajes de las películas que más me han gustado y que las miro cada poco porque las bajé a mi compu.
Lo que me creo es que siempre que buscamos una utopía, ahí fracasamos, pero lo real es que no es fácil darse cuenta que buscamos, como en mi caso, el hombre perfecto.
Mi vida es una larga cadena de historias tristes y en todos los casos el factor complicador ha sido lo que no he podido hacer por falta de dinero.
Leo mucho la biografía de los ricos y famosos. Siempre han sido personas que han tenido muchos problemas, muchos fracasos, en muchas ocasiones han sido pobres, pero a pesar de todo lo que sé, no puedo sacarme de la cabeza que con el dinero la vida es mucho más fácil.
Estoy muy interesada con la moneda electrónica (monética). Se dice que en poco de tiempo andaremos por la vida con una sola tarjeta magnética, que será identificatoria, de crédito, de débito. Con ella seremos quien somos: Fulana, que tiene tantos euros suyos en el banco y que nos inspira confianza por hasta tantos euros.
Esa tarjeta también será un rasgo estético.
Tengo una curiosidad parecida a la de Valentina y agrego que detrás está una idea que llaman TRAZABILIDAD que consiste en que cada vez que nuestra tarjeta ingrese al sistema para identificarnos o pagar algo, centralmente sabrán que ahí estuvimos. Podrán controlarnos mejor.
Sus argumentos me llevan a otra cosa que veo a diario: Quienes quieran ser tan afortunados como el infante, pueden perder los escrúpulos con tal de lograrlo.
La corrupción podría estar explicada por esa pérdida de límites que padecen algunos adultos pero que no los conduce a la pobreza patológica sino a la riqueza malhabida (¿o patológica?).
A veces denostamos a "los poderosos" y según mi propia investigación (que coincide un poco con la suya), lo que hacemos es envidiar a los que aparentemente han logrado recuperar aquel bienestar de la primerísima infancia.
A los que manejan nuestros destinos usando los medios de comunicación, alientan seguramente que seamos tan ilusos de procurar un imposible para que ellos se puedan quedar con lo posible.
No es que seamos pobres porque ellos nos roban sino que somos nosotros los que se lo regalamos, por estar distraídos en tonterías como la que usted sugiere y habrá otras seguramente.
Trabajo con niños y ellos siempre ven todo maravilloso, se encantan con facilidad, sueñan despiertos, idealizan, se alegran con pocas cosas.
Yo veo que los adultos que queremos llegar algún día a vivir en una hermosa casa, con un gran carro, con muebles, adornos y eléctrónicos de última generación, es probable que soñemos con aquella época en la que podíamos soñar.
Los cuentos infantiles parece que estimularan las creencias en un mundo irreal.
Si quedaran incorporadas posiblemente alienten el deseo de obtener cosas tan fantásticas como inexistentes.
La RAZÓN podría ayudarnos a descubrir si nuestras ilusiones se pueden hacer realidad o no.
Como ud bien dice, esa perfección buscada no es otra cosa que un recuerdo inconsciente. Hasta ahí entiendo. Después dice que es imposible de alcanzar; estamos de acuerdo. Pero por qué este hecho habría de hacernos desembocar en la "pobreza patológica"?
Estoy de acuerdo con el Licenciado. Si lo que queremos es alcanzar la felicidad completa estamos condenados a la frustración porque no vamos a valorar nada de lo que logremos.
Si yo me pongo 10 mil pesos en el bolsillo, resuelvo ecuaciones de
3er grado.
Para acceder a la vida perfecta debo cometer una serie de asesinatos en mi familia.
Cuando iba por la ruta de Retorno al Paraíso, se me interpuso un ábol caído que la atravezaba de lado a lado. Quizás mi destino era quedarme en el Purgatorio.
Mi hijito de 5 años me pidió que no pusiera "pavadas" en la piñata. El nene quiere que la rellene con dólares ¡Nuestra infancia no fue así!
Como la perfección no es alcanzable en la vida real, la busco y la atrapo momentáneamente en las fotografías. El instante perfecto queda inmóvil.
mi precio es el deseo
Adoro a la gente que se recontra entusiasma con cualquier proyecto re volado y son super optimistas y cuando les va mal ya están pensando en iniciar otra cosa. Al lado de ellos, con mi realismo, me doy asco.
Si hacemos el esfuerzo por llegar lo más alto posible no vamos a caer en la pobreza patológica. Ya sé que ud dice que seamos realistas, pero está bien procurar la excelencia y tener huevos como para soñar por lo alto.
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