Recurro a otra ficción para comentarles una idea.
Imaginemos una persona amante del buen cine (Pedro), que disfruta de la vida cuando se reúnen con sus amigos para ver una buena película y luego se quedan varias horas comentándola. Eso es lo que más feliz hace a nuestro personaje.
En una conversación casual Pedro dijo que ciertas acciones deberían aumentar de precio en una semana y así sucedió.
Al principio pensaron que era una casualidad pero la continuidad de los aciertos los hizo pensar en otra hipótesis. La noticia circuló rápidamente entre los inversionistas.
La vida de Pedro pronto se convirtió en un infierno porque no tenía descanso y los amigos le sugirieron que comenzara a cobrar por sus predicciones para ver si disminuía la cantidad de consultantes.
Así lo hizo, pero para poder recuperar el tiempo que tenía cuando se reunía a mirar películas con sus amigos necesitó elevar muchísimo sus honorarios, a pesar de que a Pedro realmente sólo le interesaba el dinero para vivir con lo justo y nada más.
Con esta historia inverosímil pretendo decir que para conseguir el dinero que necesitamos para vivir tenemos que entregarle a quienes lo tienen algo que les resulte más valioso que ese dinero. (Los pronósticos de Pedro eran aún más valiosos que los elevados honorarios que cobraba por ellos).
Dicho de otro modo: Para que usted me entregue ese dólar que tiene en el bolsillo —y que yo necesito— tendré que darle algo que para usted sea más valioso que un dólar, porque si valiera lo mismo ¿para qué hacer el trueque?
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25 comentarios:
Eso que usted subraya como "más valioso" me parece que es la plusvalía que no corresponde que se la quede nadie. Los trueques deben ser justos o algo no estoy entendiendo.
Lo que puede hacer la diferencia que produzca el cambio es que el que tiene ese dólar necesite realmente lo que yo tengo.
En los regateos, quien espera recibir el dinero puede sentir miedo de que el otro se le escape y no se logre la venta. Este temor es nefasto para cualquier vendedor y en mi caso, es inevitable, no puedo solucionarlo, necesito un psicólogo urgente o me moriré de hambre.
Dicen que "la plata busca la plata" y no es así tan mágica la cosa. Lo que dice Hugo les pasa a todos los que están en el límite de la sobrevivencia. Si tuviera dinero para estar tranquilo, negociaría mejor y obtendría los mejores resultados y aumentaría más su reserva y así sucesivamente.
Interesante señalamiento: el otro no se moverá si no es para mejorar su posición. Para recibir algo que no vale más que un dolar, se queda donde está, o sea, con el billete. El que vende tiene que saber eso. Para recibir primero hay que dar y eso lo dicen hasta los religiosos más irracionales.
Para mí es una pérdida de tiempo preocuparse mucho por lo que uno piensa y hace porque al final los logros dependerán más que nada de lo que hagan o no hagan los competidores. Si logro tener la mejor oferta, ahí ganaré pero lo más importante es que los demás tengan las peores ofertas. Ellos son los que me permiten o no me permiten que yo gane.
Soy un 'contreras': Si regateo y el vendedor me hace una rebaja, me doy media vuelta y me voy porque descubro que antes quería estafarme y la diferencia que me está ofreciendo es un soborno para que le perdone la mala intención que tenía y YO NO SOY SOBORNABLE!!!
El pienso mío es perfecto: Compro en 10 lo que vale 20, entonces lo vendo en 15 para repartirnos la ganancia con el comprador: TODOS CONTENTOS. No es perfecto?
Soy casi psiquíatra pero ya puedo decir que los buenos vendedores tienen que estar medio locos, porque dentro de la realidad real es imposible ganar mucho dinero. Apenas se puede ganar para vivir.
Con mi socia nos falta sólo tener sexo porque hacemos una pareja ideal: Ella pelea por mis ganancias porque no sabe pelear por las suyas y yo peleo por las de ella porque no sé pelear por las mías. Lástima que no me atraiga sexualmente.
Lo que dice un comentarista sobre los competidores es cierto pero hay que saberlo manejar al revés: Es nuestro comprador el que tiene que competir con otros compradores. El arte está en tener varios interesados por nuestra oferta, si dependemos de un sólo comprador, somos sus cautivos y nos comerá con mayonesa.
Cuando el comprador de tu caso tiene sólo ese dólar y tu pretendes más, no puedes modificar tu precio por lo que el tenga porque debe quedar claro que tu mercancía tiene un cierto valor. Su argumento se rebate proponiendo financiarle lo que le falta.
Yo creo mucho en el poder de la tragedia. Si uno está sin necesidades, le importa poco vender bien o regalar la mercadería. Cuando uno se mete en la cabeza que un buen precio para nosotros es cuestión de vida o muerte, la cabeza se pone a trabajar para improvisar soluciones muy creativas que cuando está de vacaciones no surgirían.
Para llegar a ser un buen vendedor hay que desarrollar la perspicacia para saber si el comprador puede o no puede acceder a lo que dice querer comprarnos. Se pierde mucho tiempo con personas que están a kilómetros de acceder a lo que ofrecemos.
Cóbrale mucho a tu cliente y con parte de la ganancia hazle un buen obsequio para que luego vuelva a comprarte sólo a tí que eres su mejor amigo. ji
Es así. Y a veces ni nos damos cuenta de que en realidad nos sentimos incapaces de producir valor alguno.
Pero un mismo billete no tiene el mismo valor para un pobre que para un rico, aunque la mercadería o el servicio a la venta sea igual de valioso para ambos.
Soy compradora compulsiva. Me cuesta mucho controlarme y recordar lo que vale para mí el dinero que estoy gastando. Me centro sólo en lo que deseo adquirir y pierdo noción de lo que entrego a cambio.
No existe nada más valioso que mi dinero, porque este, en tanto no se gasta, incluye todas las posibilidades.
Para que ud me entregue ese dólar que tiene en el bolsillo es que yo le apunto con mi revólver.
¿Y cómo hago? Para todos lo valioso es algo distinto...Quizás ponga una tienda de ramos generales.
¡Casi todo resulta más valioso que mi dinero!
El tiempo que debo dedicar a generar dinero para estar bien no me permite estar bien.
Quiero que mi vida se convierta en un infierno. Como la de Pedro.
Vivo de la caridad porque a alguna gente le resulta muy valioso ser caritativo.
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