miércoles, 24 de abril de 2013

Inquilinos o propietarios


Con mucha facilidad descuidamos nuestra condición de co-propietarios del planeta porque seguimos creyendo que somos inquilinos obedientes de los «verdaderos dueños».

Podríamos pensar que los seres humanos llegamos a la vida en calidad de inquilinos del  planeta pero, por derecho natural, tenemos acceso a constituirnos en co-propietarios del mismo.

En otras palabras: porque cuando nacemos somos muy dependientes, inmaduros, desvalidos, no seríamos adecuados propietarios de una parcela del planeta. Con ciertas dificultades sabemos defender nuestros juguetes de los otros niños, gritando, pidiendo auxilio, empujando y mordiendo.

Por eso ingresamos al terreno que nos alojará, (el planeta), en calidad de usuarios, inquilinos, ocupantes de hecho, intrusos, habitantes.

Nuestros derechos sobre el sitio donde nos paramos son mínimos. Parecería ser que los más viejos toleran nuestra presencia y hacen uso de sus privilegios impidiéndonos algunos desplazamientos e ingresos.

Puesto que:

— los humanos necesitamos algún acto visible, alguna ceremonia, algún documento para entender que se produjo un cambio de estado, que se marcó un antes y un después, que la situación dejó de ser como era; y que

— en ningún momento nos dicen que dejamos de ser inquilinos del planeta para comenzar a ser co-propietarios del mismo,

es muy probable que conservemos la noción original y que nunca asumamos que ya no somos ciudadanos dependientes sino que empezamos a ser ciudadanos obligados a obtener la autosustentación, a ser co-responsables del planeta y que ya no tenemos ninguna obligación de obedecer a otros co-propietarios, excepto que representen alguna institución de la que también somos co-propietarios.

Si el niño no defiende sus juguetes, cualquier otro niño podrá usarlos y llevárselos para la casa y si los adultos no asumimos nuestra verdadera situación como ciudadanos responsables, cualquiera se aprovechará de nuestro descuido y dispondrá de nuestro tiempo, de nuestro dinero, de nuestros bienes, de nuestros derechos.

(Este es el Artículo Nº 1.859)


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