Algunas personas consideran que con solo prometer
alcanza para que el receptor de la promesa se dé por satisfecho.
Ya muchas personas comentan y
piensan que, cuando se presentan ante un potencial contratante para ofrecerse
como empleados entregándole la historia
de vida, (currículum vitae), y el potencial empleador dice: «Muy bien, lo
tendremos en cuenta, lo vamos a llamar», esta promesa nunca se cumple.
Sin embargo, esto no es tan así.
El trabajo funciona de forma similar a una mercancía y por eso está sometido
a leyes de la oferta y la demanda. A
veces los angustiados por no conseguir empleo son los trabajadores y otras
veces los angustiados por no conseguir colaboradores son los potenciales
empleadores.
Por lo tanto, lo que determina si la expresión «...lo vamos a llamar» es
real o falsa es el mercado de la oferta y la demanda del servicio que ofrece
quien busca empleo. El potencial empleador pronuncia una frase entendible,
cómoda y económica porque para ser enunciada no hace falta distraer el valioso
tiempo de un gerente.
Pero cuando la promesa «...lo vamos a llamar» no se cumple, entra en
juego otro factor interesante para ser comentado acá.
Todos los seres humanos, buscadores y oferentes de empleo, solemos
confundir promesa con acción.
Efectivamente, tanto los integrantes de la empresa como los
que desearían serlo, pueden ser personas capaces de sentir cómo una simple
promesa es todo lo que hay que hacer para satisfacer cualquier necesidad o
deseo.
En términos muy exagerados, para estas personas decir
«calmaré tu hambre» equivale a entregar un plato con comida a
quien recibe la promesa. Aunque parezca insólito, estas personas lo sienten
íntimamente y por eso son generosas cuando prometen y hasta sienten el placer
de quienes dan realmente.
¿Qué significará entonces la promesa «...lo vamos a llamar»?
(Este es el Artículo Nº 1.852)
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