domingo, 28 de abril de 2013

Los habitantes idóneos


Los «habitantes idóneos» son aquellos que conocen el funcionamiento social y que están menos expuestos a sufrir sorpresas desagradables.

Todos conocemos más o menos lo mismo sobre cómo se siente un cónyuge cuando se entera que el otro tiene «comercio sexual» fuera del matrimonio.

Aunque no seamos comerciantes, podemos imaginarnos cómo se siente el zapatero del pueblo cuando observa que su clienta principal calza zapatos que él nunca vendió.

Tampoco hace falta ser psicoanalista para compartir la angustia económica de un técnico cuando comienza a percibir que un paciente-cliente está dando muestras de abandono, desinterés o excesiva salud.

La naturaleza tiene previstas estas contingencias pero apuntando a lo importante, no a las trivialidades que los humanos más llorones interpretamos como tragedias.

El tejido adiposo es la heladera que los mamíferos traemos de fábrica. La gordura es nuestra despensa natural para paliar algunos períodos de recesión ecológica: sequías, pestes, inundaciones.

Esos alimentos están ahí sin ninguna necesidad de conservantes artificiales: simplemente integran parte del cuerpo en forma de tejido vivo, adecuadamente irrigado, alimentado, oxigenado.

Las instituciones creadas por el ser humano no tienen despensa.

— La institución matrimonial carece de reservas para el caso de que el objeto de amor decida irse, transitoria o definitivamente;

— Los comerciantes están expuestos a los vaivenes del mercado, de las modas, de los caprichos de la clientela;

— Carecen de respaldo los profesionales liberales sin relación de dependencia, aquellos cuyos presupuestos personales y familiares dependen de los pacientes, alumnos y demás consultantes que puedan concurrir voluntariamente, sin que nadie los obligue, con posibilidades de pagar o no.

¿Para qué pueden ser útiles estos comentarios?

Algunos pensamos, —y usted puede ser uno de ellos—, que estar informados es beneficioso y que conocer el funcionamiento social nos convierte en «habitantes idóneos», es decir, poco expuestos a sorpresas desagradables.

(Este es el Artículo Nº 1.863)


No hay comentarios: