sábado, 27 de abril de 2013

La insensibilidad del gradualismo



 
La insensibilidad de los humanos ante los cambios graduales explica por qué hoy estamos incomprensiblemente mal.

Denomínase parábola a la «Narración de un suceso fingido, del que se deduce, por comparación o semejanza, una verdad importante o una enseñanza moral.»

Es muy conocida la parábola de la rana y el agua caliente. Es una de la narraciones más nuevas. Quizá no tenga más de dos siglos. Algunos opinan que se le ocurrió a un consultor experto en vender sus grandes falacias para prosperar en menos de 24 horas.

El contenido resumido dice que si ponemos una rana en agua fría, podremos hervirla siempre que el ascenso de la temperatura sea gradual.

Otra particularidad de las parábolas es que, para quienes las escuchan, una rana y un ser humano son iguales.

Atendiendo a esta discapacidad para discriminar seres tan diferentes, obtenemos la enseñanza de que los humanos podemos ser hervidos sin oponernos siempre que el cambio, de la temperatura o de la situación, sea progresivo, lento, sin brusquedades alarmantes.

A todos nos llama la atención lo que ocurre en China, entre otros motivos porque uno de cada cinco seres humanos nació ahí.

Aunque no tiene por qué ser así, es probable que la cultura milenaria los haya provisto de cierta sabiduría.

Lo cierto es que la calidad de vida les viene aumentando en forma sostenida desde hace más de 30 años.

Para que el pueblo no provoque un estallido social por las graves penurias a las que estuvieron expuestos hasta la década de los setenta, el partido comunista gobernante lucha para que el pueblo mejore notoriamente, pues si mejorara gradualmente no se darían cuenta, como la rana.

Esta particularidad de las ranas, de los humanos y de los chinos explica por qué nosotros, sin darnos cuenta, llegamos a estar tan mal.

(Este es el Artículo Nº 1.862)

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