lunes, 15 de abril de 2013

La dignidad del ciudadano y el valor del dinero



 
Donde los ciudadanos tienen las necesidades básicas satisfechas, el nivel de dignidad es alto y el valor del dinero es moderado.

Si un joven que se está formando para algún día ingresar al mercado de trabajo recibe el dato de que «el cliente siempre tiene razón», sin darse cuenta organizará su estrategia según como se posiciones frente a esta consigna.

Los habrá que huyan furiosos de un servilismo tan humillante y los habrá que concurran atraídos por esa norma que, si bien luce algo sacrificada, es muy sencilla de entender y hasta de cumplir, siempre que la hipocresía esté autorizada.

En muchas mentes está la idea de que esa consigna proviene del ámbito de la prostitución, en el que el cliente hace valer el poder de compra de su dinero al extremo de poder acercarse al despotismo, al abuso, a la falta de límites, a la perversión.

Una exclamación muy frecuente es la de quien, pretendiendo ciertas características del servicio que está comprando, alega diciendo « ¡para eso pago!», con lo cual intenta dejar constancia que el valor de su dinero es poco menos que ilimitado y, ¿por qué no?, también mágico.

La descripción completa de esta escena que teatraliza pedagógicamente el eslogan de que «el cliente siempre tiene razón», es la descripción de una relación de servidumbre y del tipo amo-esclavo.

En los hechos estos fenómenos no ocurren y todo queda en que aquellos que pretendían tanto poder de compra de su dinero muy a menudo se encuentran con que las personas interesadas en el dinero no son en realidad tan proclives a ser obsecuentes con los clientes.

Quizá todo dependa de la cultura reinante en cada pueblo.

Donde los ciudadanos tienen las necesidades básicas satisfechas el nivel de dignidad es alto y el valor del dinero es moderado.

(Este es el Artículo Nº 1.850)

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