Aunque «Sobre gustos no
hay nada escrito», los ricos no
toleramos que otros tengan menos necesidades que nosotros.
«Sobre gustos no hay nada escrito» porque, para escribirlo tendríamos
que contar con algún gusto universal, compartido por todos.
Aquello que se describe se escribe y una descripción es semejante a una
fotografía: se describe un momento, un punto de vista, seleccionando algunos
rasgos característicos y abandonando muchos otros que, de ser incluidos, volverían confusa la descripción.
Por lo tanto, los gustos son
demasiado diferentes y, si fuéramos precisos, existe un gusto por persona, tan
exclusivo como las huellas dactilares y los dibujos del iris.
Sin embargo, cuando suman
fuerzas
— la curiosidad;
— la necesidad de recibir
aprobación; y
— la fantasía,
obtenemos una doctrina sobre
cómo entender y tratar a los pobres.
Para simplificar esta
redacción diré que usted y yo somos ricos porque tenemos acceso a Internet y
que los que no lo tienen son pobres (1).
Curiosidad: ¿Cómo puede ser que estos
seres tan parecidos a mí, puedan vivir como viven?
Necesidad de recibir
aprobación: si estos seres tan parecidos a mí viven pero disponiendo
de muchos menos objetos que yo, uno de los dos está equivocado. Como necesito
recibir aprobación concluyo arbitrariamente que los pobres están equivocados.
Lo extraño en este asunto es que ellos no luchan por tener
más objetos sino que somos los ricos
quienes de una manera u otra, (beneficencia, ONGs, asistencia gubernamental),
tratamos de que ellos tengan una vida similar a la nuestra.
Repito: SOMOS LOS RICOS QUIENES NOS ESFORZAMOS PARA QUE
TENGAN MÁS BIENES MATERIALES.
Fantasía: para
explicar por qué los pobres viven con tan pocos objetos inventamos que son
ignorantes, tontos, subdesarrollados, infantiles, enfermos.
En suma: Aunque
«Sobre gustos no hay nada escrito», los ricos
no toleramos que otros tengan menos necesidades que nosotros.
Este artículo es complementario de
(Este es el Artículo Nº 1.976)
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