Comparo el orgullo de la humanidad cuando creíamos
en el geocentrismo con el orgullo de los ricos al creerse superiores.
En otro artículo ya publicado
(1) les decía, con otras palabras, de qué forma estaría justificado suponer que
los pobres son mayoría porque la naturaleza los
necesita así, mientras que los ricos somos menos porque en todos los
órdenes la escasez es un confiable indicador de que las características de eso
que es escaso, no son las mejor adaptadas a la biósfera.
Lo que estoy diciendo es lo
que pensamos cuando hacemos encuestas: las poblaciones más abundantes, las
ideas más aceptadas, las modas más populares, merecen ser calificadas como más
importantes.
Lo que abunda es más barato y
lo que escasea es más caro. Si aceptamos que barato es un atributo positivo y
que costoso es un atributo negativo, estamos acercándonos a pensar que lo
escaso, raro, pequeño, puede ser valorado por mentes afectadas de alguna
neurosis, extravagancia, ausencia de sentido común.
En otras palabras: las
personas que tenemos más dificultades para vivir somos las peor adaptadas, las
más débiles, las más vulnerables, mientras que las personas que tienen más
facilidad para vivir, son las mejor adaptadas, las más fuertes, las más
resistentes.
Quienes vivimos fuera de la
pobreza tendemos a pensar que si no tuviéramos aire acondicionado, hospitales
confortables como hoteles, vehículos veloces y muy silenciosos, estaríamos en
un calvario, en el purgatorio, en la indigencia extrema.
Esto me recuerda cuando la
humanidad estaba convencida del geocentrismo, todas sus teorías las formulaba
dando por hecho que la Tierra está en el centro del Universo, pero cuando tuvo
que pensar que no estamos en el centro sino en un costado, tuvo que
reformularse todo el pensamiento de la época: religioso, científico,
filosófico.
Los pobres tienen razón y los
no-pobres estamos equivocados.
(Este es el Artículo Nº 1.972)
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