Probablemente «No querer
es no poder». Si nuestra vocación fuera la de ser ricos, sería poco probable
que pudiéramos evitarlo.
Diré una verdad indiscutible:
quienes no juegan a la lotería jamás obtienen su premio mayor.
¡Vaya novedad! ¡Es más que
obvio!
Pero, ahora agrego algo
igualmente obvio pero menos aburridor: quienes nunca se postulan para ejercer
roles de poder político jamás logran acceder a puestos de gobierno.
Por analogía podemos decir lo
mismo de quienes no se postulan para ejercer roles de poder económico: jamás
logran crear por sí mismos grandes patrimonios.
En varias ocasiones he
mencionado la opinión que se opone a la consigna: «Querer es poder».
Me parece que el voluntarismo es un delirio provocado por quienes abusan de la
esperanza y terminan embriagándose con ella.
Sin embargo, en algo podemos ponernos de acuerdo: Estaría dispuesto a
reconocer que «No querer es no poder». El realismo aumenta cuando el
voluntarismo se expresa en términos negativos.
Así como decía en el primer párrafo que no es posible ganar a la lotería
sin hacer apuestas, tampoco es posible hacer algo que no queremos hacer: si no
queremos enriquecer es bastante probable que logremos no enriquecer.
Parecería que es mucho más fácil y probable dejar la realidad como está
que cambiarla.
No solo el ser humano se resiste a los cambios, la realidad tampoco quiere que la modifiquen. Por esto es
que la consigna «Querer es poder» casi nunca funciona mientras que su opuesta,
«No querer es no poder», tiene más chances de cumplirse.
Podríamos pensar que forma parte de esa realidad que se resiste a los
cambios, que cada uno de nosotros tenemos una cierta forma de ser natural,
vocacional, que no podemos cambiarla voluntariamente: Si nuestra vocación fuera
la de ser ricos, sería poco probable que pudiéramos evitarlo.
(Este es el Artículo Nº 1.979)
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