La piratería informática es una consecuencia ineludible de
los avances tecnológicos, pero los delitos contra la propiedad irán
desapareciendo.
Si yo compro un libro y quiero compartirlo con
todos mis amigos, estoy perjudicando al autor, al editor y al librero, porque
ninguno de ellos ganará por la venta de ejemplares a quienes lean el que yo les
presté.
Si yo compro un libro y quiero compartirlo con
todos mis amigos, pero no tengo ganas de estar esperando a que uno me lo
devuelva para prestárselo a otro, le saco tantas fotocopias como necesite para
darles, (ya no prestarles), un juego a cada uno y listo, pero nuevamente
aparece el perjuicio para el autor, el editor y el librero.
Si yo compro un libro y quiero compartirlo con
todos mis amigos y poseo un escáner que me permita digitalizar cada página de
la obra para enviar, a mis amigos, los archivos adjuntos por e-mail, puedo
hacerlo con la generación de los perjudicados que mencioné.
Pero como mis amigos tienen muchos amigos y
reenviar un adjunto es algo muy sencillo, llegará un punto en que la difusión
gratuita será enorme.
Fue por eso que, cuando me encontré con el
autor en una feria de libros y lo felicité sinceramente por su gran novela, él
me respondió con similar excitación, diciéndome: «¡¿Ah, fue usted quien compró mi libro?!».
Ahora pondré un ejemplo del
futuro, aún sabiendo que del futuro no podemos tomar ejemplos.
Los ladrones prefieren robar,
en primer lugar, dinero, en segundo lugar, bienes de rápida comercialización.
La tecnología informática
avanza aceleradamente para que cada vez más compras se realicen por Internet y
se paguen con tarjetas de crédito.
La industria del robo está
bajo amenaza, pero las grandes tiendas también. Los correos, mensajerías y
administradores de tarjetas de crédito sonríen complacidos.
(Este es el Artículo Nº 2.038)
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