Detrás de una ambición desmesurada podemos encontrar
el temor a la muerte y, paradójicamente, un horrorizado rechazo al
materialismo,
No es fácil comer sin hambre y
no es fácil beber sin sed, sin embargo, por algún loco capricho de nuestra
cultura, hay quienes consideran que es bueno beber sin sed.
Para no olvidarnos del medio vaso lleno, existen partes de nuestra cultura que aún se conservan sanas, de ahí
que, por ahora no tenemos personas
mentalmente sanas que estén recomendando comer sin hambre. Esperemos
que no ocurra.
Algo que siempre ocurrió es que algunas
personas se esfuercen por conseguir más dinero del que necesitan. Esta conducta
es similar a comer sin hambre, pero se parece más a beber sin sed, como
aconsejan algunos respetados, (aunque no sé si respetables), profesionales.
Esta conducta contra natura parece alentada por un extraño afán de ser o aplaudir
a los mártires, es decir, personas que hacen lo que nadie, en su sano juicio,
desearía hacer.
Según comenté en otro artículo (1), nuestra
mente está configurada para pensar que abajo está lo malo y que arriba está lo
bueno. En otras palabras, la Ley de Gravedad atrae hacia el núcleo del planeta
Tierra a todo lo malo, mientras que lo bueno no está alcanzado por tan grave ley: por eso (nuestra psiquis
imagina que) flota en el aire, se va a las nubes, vive en el cielo.
Cualquier psicoanalista podría sugerir que las
personas desmesuradamente acumuladoras de riqueza pueden estar fijadas a un
trauma provocado por una alimentación inicial (lactancia) que generó demasiado
angustia, inseguridad, abandono, hambre, pero también podemos pensar que un
avaro es, paradójicamente, alguien tan temeroso de caer en el materialismo, que
acumula riquezas para no caer en la pobreza, que está abajo, que
está en la tierra...quizá enterrada como los cadáveres.
(Este es el Artículo Nº 2.064)
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