lunes, 25 de noviembre de 2013

La transitoria salud del capitalismo

  
La actual longevidad del capitalismo podría estar explicada por el acierto para entender cómo somos los seres humanos realmente.

En artículos anteriores (1) he mencionado que, por ahora, el capitalismo está siendo una forma de organización socio-económica exitosa. Algo que le aporta salud al sistema capitalista es que está pensado para la interacción de las personas como son y no como deberían ser.

Desde mi punto de vista, el socialismo concibe a un actor inexistente en la realidad pero existente en la imaginación de los idealistas, entre quienes querrían que fuéramos generosos, honestos, tolerantes, solidarios, austeros, modestos,  comedidos, respetuosos, humildes, sencillos, moderados, entusiastas, disciplinados, serviciales.

Repito: el ser humano que imaginan los socialistas solo existe en la imaginación de los socialistas, pero no existe en la realidad. Peor aún: la mayoría de los ideólogos y promotores del socialismo no saben que ellos tampoco tienen las características necesarias para poder vivir en dicho régimen.

Por el contrario, el capitalismo concibe a un ser humano codiciosos, individualista, hipócrita, inescrupuloso, proclive a evadir las normas, amante del poder, cómodo, orgulloso, ladino, avivado, acomodaticio, bastante infiel a la ética y a la moral, hedonista, cobarde aunque puede arriesgarse cuando la ganancia es tentadora, corporativista y eventualmente también mafioso, bastante avaro si no fuera porque para triunfar como avaro hay que esforzarse demasiado.

En otras palabras, la (transitoria) buena salud del capitalismo podría estar explicada por su realismo y la (transitoria) mala salud del socialismo podría estar explicada por su idealismo.

La ambición suicida del capitalismo lo condiciona para estimular fuertemente los cambios tecnológicos que lo autodestruyen e inmediatamente lo recrean.

Como el sistema está expuesto a cambios tan repentinos y a veces radicales, seguidos de un reacomodo que parece haberlo tonificado, las profecías confiables son casi imposibles y la incertidumbre es el estado predominante.




(Este es el Artículo Nº 2.074)


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