Personas iguales a nosotros hacen gastos para
obtener problemas, dificultades, realizar esfuerzos o para exponerse a riesgos
patrimoniales.
Aunque suene extraño, a veces
pagamos para tener problemas.
En realidad lo poco frecuente
es que alguien lo diga como yo acabo de hacerlo. Por ejemplo, cuando jugamos
con algún juego electrónico podemos llegar a pagar cifras importantes en la
compra de más niveles de dificultad.
Aunque es notorio que nunca es
dicho de esta forma, cuando pagamos los costos de un club deportivo, estamos
pagando para caminar en una cinta, para pedalear frenéticamente en una
bicicleta sin ruedas y así cosas por el estilo.
Vuelvo al párrafo inicial y
repito: a veces pagamos para tener problemas, dificultades, trabajos, para
sacrificarnos, para sudar. En estos casos correspondería entonces modificar la
condena bíblica para convertirla en «ganarás problemas con el sudor de
tu frente», en vez de «ganarás el pan con el sudor de tu frente».
Como vemos, hasta cierto punto es normal la compra de problemas, es
normal gastar dinero en la adquisición de dificultades, es conocida la compra
de riesgos que realizan quienes practican juegos de azar.
Acá entramos en la puerta patológica de este tipo de compra de
problemas.
Los juegos de azar son negocios negativos en los que, el (irónicamente
llamado) inversor, compra
posibilidades de suicidio patrimonial.
Las personas que compran pequeños o grandes problemas, son como
nosotros. No son personas venidas de otra galaxia: son seres humanos que
evalúan su proceder con un criterio diferente al que usamos nosotros para
evaluarlos a ellos.
Así como nos parece bien que alguien pague la cuota de un club para ir a
sacrificarse y nos parece equivocada la persona que hace apuestas en un casino,
todos ellos opinan que están haciendo las cosas bien.
Solo cambian los puntos de vista.
Artículo temáticamente vinculado
(Este es el Artículo Nº 2.078)
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