Todos tenemos un conjunto de creencia sobre cómo son
las cosas, la vida, el ser humano, pero las consideramos verdaderas.
Odiado, descalificado y mil
veces insultado, Jacques Lacan fue un psiquíatra francés que sigue influyendo
el pensamiento de quienes practicamos el arte de hacer psicoanálisis como si
supiéramos.
El muy antipático, dijo: La verdad tiene estructura de ficción.
¿Usted sabe qué quiso decir el muy desgraciado? Apuesto a
que usted no lo sabe, aunque cree tener una idea, quizá esté seguro de cuál es
la única interpretación posible, eventualmente juraría que alguien que usted
conoce sabe todo lo que pensó y dijo ese desagradable francés.
Para comenzar, no descartemos la hipótesis de que Jacques
Lacan tampoco sabía qué quiso decir, porque él mismo estaba convencido de que
los humanos no hablamos sino que somos
hablados, es decir, que al comunicarnos verbalmente o por escrito, no somos
dueños de decir lo que se nos antoja sino que, por el contrario, algo
inconsciente nos guía, nos gobierna, nos impone ciertos dichos, vaya uno a
saber por qué.
Por lo tanto, cuando alguien dijo La verdad tiene estructura de ficción, no fue responsable de lo que
expresó. Por algo, que nadie conoce, llegó a pronunciarlo, pero no podemos
asegurar que el autor sabía realmente qué quería decir.
En este estado, veamos qué
podemos hacer con el mencionado aforismo.
A mí solo se me ocurre una interpretación
porque soy de imaginación corta.
Lacan quiso decir que todo lo
que nosotros pensamos forma parte de nuestro relato personal. Este relato es
una historia (ficticia) que nos explica todo. Por ejemplo, los comunistas
tienen un relato que explica todo, es ficticio, pero ellos toman decisiones en
base a esa creencia; lo cristianos creen en el Nuevo Testamento, etc.
Para todos, lo que llamamos
verdad es pura ficción.
(Este es el Artículo Nº 2.068)
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