Los honorarios que paga un paciente en análisis le
hacen tomar conciencia de que busca soluciones para problemas exclusivamente
suyos.
Entre delincuentes también
existen formas de administrar los recursos humanos, compuestos por otros delincuentes
secundarios, auxiliares, colaboradores, subordinados a los líderes.
La fidelidad de los
malhechores es un asunto tanto o más preocupante que la fidelidad matrimonial.
Si los secuaces hablaran de más, si llegaran a algún acuerdo con la policía o
con los jefes de bandas competidoras, las pérdidas podría llegar a ser totales:
decomiso de los bienes patrimoniales, encarcelamiento de los jefes, erosión del
prestigio entre la gente del hampa.
Por eso, para los líderes
resulta fundamental que todo el personal delictivo esté muy involucrado en el
oficio y, sobre todo, comprometido, es decir, que en caso de que algo salga
mal, nadie pueda tener una coartada que legalmente lo desvincule de las
acciones delictivas.
En otras palabras, los
delincuentes son muy celosos de la fidelidad de los socios y del personal
afectado a las actividades de su especialidad: robo a particulares, rapiñas,
asalto a empresas e instituciones recaudadoras o transportadoras de valores,
secuestro, ocupación, contrabando, defraudación fiscal, trata de personas,
narcotráfico.
Por lo tanto, la fidelidad de
los participantes se la espera por razones morales, amistad, nobleza y se la
refuerza logrando que todos sean igualmente culpables ante la ley. Es decir,
que la complicidad sea estrecha e ineludible.
Este prólogo puede funcionar
como metáfora de algo muy diferente.
Los tratamientos
psicoanalíticos nunca pueden ser gratuitos y los honorarios que pagan los
pacientes no son iguales para todos: algunos pagan más y otros pagan menos.
Si bien los honorarios del
psicoanalista constituyen su medio de vida, lo más importante es que el
paciente sepa y sienta que paga (compromiso, involucramiento, complicidad) para
cambiar su forma de ser.
(Este es el Artículo Nº 2.057)
●●●
No hay comentarios:
Publicar un comentario