Con particular frecuencia
incurrimos en apartamientos de la realidad que deterioran la rentabilidad de
nuestro esfuerzo para ganar dinero.
Existen miles de formas de apartarse de la realidad, pero me referiré
solo a tres de ellas:
1) Suponer que los seres humanos deberíamos ser mejores. Más aún: no
deberíamos ser como somos, es decir, mezquinos, mentirosos, vagos, mediocres,
inescrupulosos.
La urgencia por alcanzar ese objetivo obligatorio puede apartarnos de
la realidad al creer que ya es hora de tratar a todo el mundo partiendo del
supuesto que es como debería ser, esperando de los demás esas cualidades que
suponemos obligatorias.
En este caso, el apartamiento de la realidad nos convierte en personas
muy exigentes, severas, hipercríticas, con lo cual, seguramente, no estaremos
tratando a los demás como son, asegurándonos de que nuestra comunicación jamás
llegará al verdadero destinatario.
2) También nos aparta de la
realidad la nostalgia, aferrarnos a los tiempos pasados, a los procedimientos antiguos,
aunque hayan perdido vigencia. No es responsabilidad de nadie la incapacidad
para aprender, y mucho menos utilizar las nuevas tecnologías.
La resistencia al cambio no es caprichosa. Quienes se resisten a
conocer las innovaciones no lo hacen por simple oposicionismo: se trata de una
objetiva discapacidad para asimilar algo diferente a lo que ya se sabía.
Imaginemos una casa donde los muebles son tan duros e inamovibles como
las paredes. Seguramente no será posible renovar el mobiliario porque no
existirá lugar para una nueva mesa, otra cama, asientos más modernos. No se
trata de que alguien se aferre neciamente al pasado sino que no puede sacárselo
de encima.
Algo de esto ocurre con quienes se resisten a cambiar: objetivamente no
pueden hacerlo.
3) Una tercera forma de apartarse de la realidad es abusar de la
esperanza: contar con lo que aún no ocurrió.
(Este es el Artículo Nº 1.998)
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