domingo, 22 de septiembre de 2013

Protestantes ricos y católicos pobres



 
Quienes adhieren a las versiones protestantes del cristianismo son más ricos que los seguidores de la versión católica del cristianismo.

Probablemente las causas de la pobreza material se cuenten por miles. De hecho, he identificado más de dos mil y me siento lejos de resolver este problema milenario.

Varias veces comenté que el cristianismo es una filosofía que favorece la pobreza porque hace culto de la austeridad, de la escasez, y de condenar a los ricos que no donan todos sus bienes al Vaticano.

Pero los bienes materiales que el cristianismo procura abandonar, sumiendo en la pobreza a sus millones de seguidores, no se pierde.

La armonía planetaria, característica básica de la Naturaleza, hace que otras creencias religiosas hagan culto proponiendo aprovechar los bienes abandonados por algunos cristianos.

Efectivamente, hace cinco o seis siglos, algunos cristianos «protestaron» contra la interpretación religiosa que se le estaba dando a la prédica de Cristo y fundaron varias agrupaciones «protestantes», una de las cuales, creada por el francés Juan Calvino en el siglo 16, tuvo especial acogida porque, entre otras interpretaciones, favorecía el enriquecimiento material.

Reconozco que sé muy poco de religiones, pero me consuelo sabiendo que los religiosos tampoco saben mucho pues se la pasan discutiendo, sin ponerse de acuerdo.

Lo que parece ser un dato seguro es que, los países que hoy se catalogan como del Primer Mundo, prefieren practicar sus creencias religiosas según las interpretaciones protestantes, mientras que la interpretación católica cuenta con menos adherentes.

A su vez, los países latinos, padecemos índices de pobreza muy superiores, a la vez que, es entre nuestras poblaciones donde encontramos mayor cantidad de católicos.

En suma: existe una llamativa coincidencia entre la riqueza de quienes adhieren a las versiones protestantes del cristianismo y la pobreza entre quienes adhieren a la versión católica del cristianismo.

(Este es el Artículo Nº 2.010)

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