sábado, 28 de septiembre de 2013

El dinero es un misterio atemorizante



 
Como el dinero es una mercancía que puede canjearse por cualquier otra, nos atemoriza porque no sabemos qué es exactamente.

Imaginemos que un vecino le recomienda a otro la contratación de un pintor de casas.

— Te doy el teléfono de Gonzalo. Te lo recomiendo porque es serio, trabaja bien, es puntual y puedes darle las llaves de tu casa e irte, porque es de absoluta confianza.

— ¿Tienes idea cuánto cobra por día de trabajo?—, consulta el señor que necesita contratar a un pintor.

— ¡Ah!, págale con cualquier cosa.

Ahora dialoguemos usted y yo. ¿Qué podemos pensar de alguien que cobra cualquier cosa? ¿Qué forma tan rara de ganarse la vida es esta?

La situación se aclara rápidamente cuando entendemos que el dinero es una mercancía que puede canjearse por «cualquier cosa».

La respuesta «¡Ah!, págale con cualquier cosa.» es muy confusa, sin embargo es correcta, porque el dinero es equivalente a «cualquier cosa».

Para entender este planteo es particularmente necesario tener en cuenta que la comprensión del ser humano solo es posible en tanto podamos abandonar la racionalidad, en tanto podamos pensar sin apegarnos a la coherencia.

Ahora continuemos pensando en esta extraña igualdad entre «dinero» y «cualquier cosa».

¿Qué suele ocurrirle a cualquier ser humano cuando se ve afectado por algo que no sabe qué es?

El 99% de las veces, cuando somos afectados por algo desconocido, imaginamos que ese «algo» es amenazante, peligroso, digno de desconfianza. El 99% de las veces pensaremos lo peor de aquello que nos afecta y no sabemos qué es.

Si el dinero es «cualquier cosa», entonces no sabemos qué es exactamente y, como estamos afectados por el dinero en tanto lo necesitamos para comprar lo necesario, es posible pensar que muchas personas piensan lo peor del dinero y, por lo tanto, lo rechazan.

(Este es el Artículo Nº 2.016)

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