Quienes cometieron un ilícito
perdieron a su colectivo para siempre, porque, en los hechos, este nunca los
perdonará.
Es
importante que el operario, el conductor o el comandante de un transbordador
intergalácticos, tengan nociones sobre cómo funcionan las máquinas que
utilizan.
Sin embargo,
no es imprescindible que sean capaces de hacer reparaciones, pues para eso
están los mecánicos, ingenieros, y otros expertos que dedican toda su atención
a diagnosticar desperfectos y a implementar reparaciones.
Como somos
operarios, conductores y comandantes de nuestro cuerpo (incluida la psiquis),
no es imprescindible que seamos psicólogos, anatónomos o neurólogos, pero es
bueno, práctico, útil tener algunas nociones de cómo somos, dejando de lado
cualquier pseudo conocimientos que indique cómo deberíamos ser.
Remarco esta
idea: los conocimientos que refieran a cómo deberíamos ser le están quitando
lugar a los conocimientos realmente útiles, es decir, cómo somos en realidad.
Y para poner
un ejemplo que justifique este prólogo, les comento algo sobre nuestra
anatomía.
Sabemos que
nuestro cuerpo termina en la piel que lo envuelve, sin embargo, subjetivamente,
las sensaciones corporales pueden llegarnos desde más lejos.
Cuando al
gobierno se le ocurre hacer grandes obras de infraestructura vial, molestan a
miles de personas, de varias maneras y durante un tiempo cien veces mayor al
que estaríamos dispuestos a tolerar.
Además, esos
puentes, tréboles, carreteras, vienen para quedarse. Los antiguos habitantes de
la ciudad tendrán que modificar el recorrido de sus traslados. Quizá ya no
puedan seguir haciendo el camino que hacían para ir a la escuela cuando eran
niños, porque resulta que a alguien se le ocurrió modificar la topografía de
esa zona que habitamos desde el nacimiento.
Lamentablemente,
ninguna protesta popular logrará dar marcha atrás a los grandes cambios, y
lamentablemente también, quienes cometieron un ilícito tampoco podrán
reintegrarse porque el colectivo no perdona.
(Este es el Artículo Nº 1.994)
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