La mujer debe cuidar su salud y su aspecto mientras que el varón solo debe cuidar su salud ante riesgo de muerte.
Siempre intento desprenderme de lo que me conviene como varón. Quizá he
logrado apartarme de mis conveniencias lo suficiente como para poder decir que:
— son las mujeres las que seducen y conquistan al varón;
— la única misión que tenemos es conservar la especie;
— el sexo femenino está encargado del 90% de esta única misión (porque
es el que gesta y alimenta durante los primeros meses);
— un solo varón podría fecundar a mil mujeres por año, por lo cual, los
otros 999 potenciales padres somos prescindibles.
Estas ideas son espantosas, no me gustan, querría que la realidad fuera
otra, pero quizá sean ciertas.
Si fueran ciertas, entonces las mujeres deben cuidarse mucho más que
los varones.
Es normal que ellas cuiden mejor sus cuerpos, desde el punto de vista
de la salud, para poder gestar y alimentar adecuadamente a los nuevos
ejemplares, y desde el punto de vista estético, porque son ellas las que eligen
y seducen al varón que prefieren para padre de sus hijos.
La función del varón es netamente complementaria de esa otra función fundamental,
repito: la de conservar la especie.
La función complementaria consistiría en proveer, a la mujer y a sus
hijos, de todo lo que necesiten para vivir dignamente: alojamiento,
alimentación, abrigo, protección de agentes depredadores.
En esta visión primitiva, básica, elemental, esencial, de cómo funciona
nuestra especie sin las distorsiones provocadas por la cultura, el varón sólo
debe cuidar su salud cuando corra algún riesgo de muerte y sería superfluo
cuidar su aspecto dado que será o no elegido por alguna mujer que lo prefiera
para padre de sus hijos, guiada por su instinto y no por lo que él pueda
aparentar.
(Este es el Artículo Nº 2.009)
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