El dinero aniquila los afectos en una transacción

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Así como una prostituta no se involucra afectivamente con sus clientes, los empleados tampoco se involucran con el empleador.

Quizá usted conozca casos, o por lo menos uno solo, de esos en los que la esposa le cobra dinero al esposo por cada relación sexual que tienen en el  lecho nupcial.

Creo que no merece mayor explicaciones: tanto ella como él han acordado que la esposa funcionará como si fuera una prostituta y el esposo hará las veces de su cliente.

Posiblemente no sea relevante saber por qué llegaron a esta solución, pero sí puede ser interesante que compartamos una posible explicación.

Cuando alguien compra servicios sexuales logra que la relación quede limitada a ese único acto, sin más consecuencias emocionales, afectivas, contractuales.

Si el varón paga y la mujer cobra, todo lo que pudo pasar queda terminado, cancelado, definitivamente concluido.

También existen relaciones sexuales ocasionales donde puede ocurrir que ninguno de los participantes se sienta vinculado con el otro después de separarse. Solo fue una noche de placer y nada más quedó de ella.

Por lo tanto, para que el vínculo siga siendo superficial, no es imperioso que medie algún pago, pero sí podemos asegurar que, cuando las transacciones monetarias existen, ambas partes deberían entender que solo fue un contacto carnal sin derivaciones.

De este modo quedamos en condiciones de afirmar que el pago con dinero aniquila los aspectos afectivos derivados del comercio carnal. El dinero cancela, destruye, mata, extermina, toda significación emocional.

Ante este fenómeno, que podemos extrapolarlo a cualquier otra transacción en la que intervenga el dinero, encontramos que si alguien nos paga por nuestro trabajo no es esperable que sintamos agradecimiento, afecto, interés, hacia nuestro empleador.

Conclusión: Así como una prostituta no se involucra afectivamente con sus clientes, los empleados tampoco se involucran con el empleador.

(Este es el Artículo Nº 2.000)

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