Los libros de auto-ayuda bloquean nuestra capacidad
crítica. Esta violencia nos libera gratamente de la responsabilidad de pensar.
Dramaticemos una situación muy
poco probable aunque no imposible.
Por circunstancias que no
vienen al caso, usted es amenazado de muerte si no comete una grave infidelidad
en la empresa para la cual trabaja.
Imaginemos que es secuestrado
en la calle, lo suben a un vehículo cuatro hombres con los rostros
semi-cubiertos por lentes negros y le dicen que si no roban unos planos de la
ciudad que están bajo su custodia en el lugar donde trabaja su familia sufrirá
las consecuencias.
Rápidamente es liberado y lo
llaman al día siguiente para instruirle dónde debe dejar esos planos.
De más está decir que cuando se
descubra el robo de los planos usted será culpabilizado. Sin embargo, si se
puede probar que lo hizo bajo amenaza, la responsabilidad caerá sobre quienes
lo secuestraron y coaccionaron.
Como dije esto es una
dramatización. Por eso es exagerada respecto a lo que deseo comentarles.
Ahora les comento algo
infinitamente más liviano aunque estructuralmente semejante.
Cuando usted leer un libro o
escucha una conferencia en la que el autor hace continuas referencias a cuáles
fueron las prestigiosas fuentes en la que se basó para decirle lo que le está
diciendo, ocurre lo siguiente:
1) Cuando el escritor o
disertante se hace acompañar por esas referencias tan importante equivale, para
quien lo escucha, a quedarse sin la posibilidad de discutir, rebelarse,
cuestionar, criticar. Esas doctas (prestigiosas) referencias equivalen al grupo
de cuatro violentos y amenazantes secuestradores pues usted no tendrá más
remedio que aceptar las propuestas del escritor o disertante;
2) Por su parte usted,
inconscientemente, se sentirá gratificado porque se sentirá eximido de la
responsabilidad de cuestionar, criticar, pensar, juzgar.
Así funcionan los libros de
auto ayuda.
(Este es el Artículo Nº 1.893)
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