sábado, 11 de mayo de 2013

Bajemos la presión salarial


Quizá la demonización del consumo de sal sea una estrategia muy sutil para que millones de trabajadores acepten SALarios menores.

La palabra salario proviene de la costumbre de retribuir a los soldados del Imperio Romano con sal (cloruro de sodio), cuyo valor en esa época (40 a.c.) equivalía al del oro.

Con la lógica psicoanalítica —donde la hegemonía del inconsciente impone asociaciones que la conciencia considera descabelladas—, le propongo una idea que seguramente puede ser válida para un conjunto de personas que tienen dificultades con el dinero.

Dentro de las rutinas clásicas de la medicina se encuentra la toma de presión arterial.

La sal de mesa suele considerarse un alimento que aumenta la presión arterial y su uso queda prohibido para quienes ya la padecen, pero preventivamente la medicina aconseja abstenerse de su uso.

En la suposición de que las palabras influyen en el funcionamiento del inconsciente, es posible pensar que algunas personas prefieran una salario bajo porque inconscientemente interpretan que de lo contrario podrían padecer hipertensión.

Casualmente, para tener un buen salario es necesario padecer un cierto estrés (tensión) y la medicina nos previene que cualquier exceso de presión arterial o de estrés es perjudicial para la salud.

El tratamiento de la hipertensión arterial suele incluir algún diurético. Aumentar la emisión de orín es también una forma de eliminar el oro al que equivalía la sal cuando se creó la palabra salario.

No lo podemos saber con certeza. Más aún, casi todo lo que creemos saber suele ser remplazado con el tiempo por nuevas «verdades».

¿Será cierto que la sal es dañina para la salud? ¿No ocurrirá que demonizándola se logra que millones de personas no solo bajen el consumo de sal sino que además también disminuyan sus pretensiones salariales en beneficio de quienes tienen más poder económico?

(Este es el Artículo Nº 1.876)


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