domingo, 19 de mayo de 2013

Nos educan para no ir a la cárcel




Los centros educativos nos enseñan técnicas para DOMINAR, CONQUISTAR, con-VENCER, pero sublimando una agresividad que nos convertiría en delincuentes.

Quienes practican el arte, oficio o deporte de la pesca son personas que dedican mucho tiempo a comprender la conducta de sus víctimas.

Dicho en estos términos es posible acercarnos al concepto «sublimación» que intenté comentarles en otro artículo (1), en el que sucintamente les decía que nuestras peores intenciones, esas que si las dejáramos actuar nos mantendrían en una cárcel en forma vitalicia, nunca desaparecen pero pueden ser recicladas y convertidas en otras socialmente aceptadas, de forma tal que satisfacemos nuestras peores intenciones aunque de tal forma que la sociedad ni lo nota ni nos castiga.

Quienes pueden sublimar, quedan bien con Dios y con el Diablo, dan trámite a su vocación más antisocial pero disfrazada de tal manera que recibe la ovación de quienes no entendemos qué está haciendo en la intimidad de su psiquis (está sublimando).

Las escuelas, liceos, universidades, tanto del sector público como del sector privado, suelen poner su plantel de profesores al servicio de nuestras técnicas para disfrazar las peores intenciones, esas que nos convertirían en eternos presidiarios.

Así como los pescadores dedican horas de paciente observación, a practicar «ensayo y error» y a robarse información entre ellos (pues los datos más importantes solo se trasmiten de padres a hijos), los institutos de enseñanza que preparan a los jóvenes para ingresar al mercado laboral tratan de enseñarles técnicas sobre cómo dominar un oficio, cómo conquistar un mercado, cómo con-vencer a los clientes o a los empleados (eufemísticamente denominado Administración de los Recursos Humanos).

Como vemos, estas enseñanzas ofrecen técnicas para DOMINAR, CONQUISTAR, VENCER, es decir, enseñan técnicas para sublimar esa agresividad e instinto depredador que de lo contrario nos convertiría en delincuentes permanentemente encarcelados.

 
(Este es el Artículo Nº 1.884)

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