Algunos son pobres patológicos para evitar la depresión posterior al bienestar
y hasta eluden el coito para evitar la aparente impotencia.
Usted
no lo recuerda pero yo sí: cierta vez obtuvo un éxito que le dio gran alegría y
¿qué le pasó horas después de los festejos? Se puso inexplicablemente triste.
¡Muy triste!
En
aquella ocasión, ni usted ni yo entendimos por qué aquel estado de ánimo tan
doloroso pero yo me quedé pensando y recién ahora puedo darle la explicación:
Usted se deprimió porque así funciona nuestro cuerpo y por lo tanto nuestra
psiquis: después de una etapa de inflamación sigue una proceso desinflamatorio
y después de un momento de euforia casi infaliblemente sigue un momento de
inexplicable depresión anímica.
Pero
lo más complicado no fue esto sino que usted, como en aquel momento no tuvo la
explicación que ahora le estoy dando interpretó que el éxito en realidad
deprime y por eso nunca más quiso alegrarse tanto, ni con los juegos de azar,
(porque teme lograr el premio mayor), ni con los buenos negocios, ni con los
cumpleaños con muchos amigos que le demuestren cuánto lo quieren, ni yendo a
divertirse..., porque corre el riesgo de alegrarse primero y deprimirse después.
Según
las creencias del psicoanálisis los seres humanos padecemos algo que
genéricamente se denomina «complejo de castración», el que en una definición
ultra corta significa «miedo a las pérdidas».
Nuestro
cuerpo funciona así: cambia de estado cada tanto, en un constante proceso de
desequilibrio y posterior reequilibrio, de llenar los pulmones de aire para
después vaciarlos, de contraer el corazón para expulsar la sangre al torrente
sanguíneo para inmediatamente expandirse succionándola.
Algunos
son pobres patológicos para evitar la
depresión posterior al bienestar y hasta eluden el coito para evitar la
aparente impotencia (¿castración?) posterior a la eyaculación.
(Este es el Artículo Nº 1.883)
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