Existe una semejanza entre las relaciones laborales
obrero-empresariales con fines productivos y las relaciones sexuales entre
varón y mujer con fines reproductivos.
Que algunas personas tengan
tanta escasez de dinero que padezcan una situación indigna es algo que siempre
ocurrió en todos los pueblos.
Los economistas, los políticos
y los filósofos han tratado de encontrar infructuosamente las causas de que
esto ocurra.
Como la existencia de ese
malestar me molesta indirectamente, aunque por ahora no me afecta
directamente, aplico lo que mejor sé
hacer, (pensar psicoanalíticamente), para buscar causas que nos conduzcan a una
solución.
Por lo tanto quienes leen mis
más de mil ochocientos artículos sobre el tema saben que se enfrentan a ideas
muy distintas a las que hasta ahora conocen y que lamentablemente no han
servido para resolver el problema. Este tradicional fracaso de las ideas
clásicas me alienta a proponer hipótesis infrecuentes.
Aprovechando que la palabra «trabajador» y que la
palabra «empresa» tienen géneros diferentes, pensemos por un momento que son
«varón» y «mujer» respectivamente.
Estos personajes ficticios forman una pareja que, como cualquier
ejemplar de la especie humana, tienen como única y exclusiva misión conservar
la especie.
La «empresa-mujer», cuando está en condiciones de re-producir, excita al «trabajador-hombre»
para que trabaje, para que produzca.
Esto equivale a que la mujer cuando está ovulando excita sexualmente al varón
para que la fecunde.
Veamos la palabra «paro»:
1) El pene erecto, excitado por la mujer, deja de estar en «paro»
después de eyacular y el trabajador también deja de trabajar cuando «terminó»
su jornada;
2) El trabajador está de «paro» para presionar a la mujer: ella lo
excita pero él la frustra para que ella (la empresa) ceda a sus reclamos;
3) El trabajador está en «paro» (desocupado) cuando la empresa-mujer no
pueden satisfacerlo fornicando con él.
(Este es el Artículo Nº 1.888)
●●●
No hay comentarios:
Publicar un comentario