Si bien todos conocemos el «lavado de
dinero», también existe el «lavado de tiempo» aunque no se acostumbra llamarlo
así.
¿Usted conoce el «lavado de tiempo»? Seguramente sí, pero no
sabe que lo conoce.
Por «lavado
de dinero» entendemos al procedimiento por el cual un dinero mal habido,
(dinero sucio), porque se obtuvo mediante prácticas prohibidas (tráfico de
drogas o de armas, contrabando, evasión fiscal, y tantas otras), se convierte
en «dinero limpio», con lo cual puede circular libremente en el sistema
financiero.
La
denominación nos hace intuir que la palabra «lavado» es una metáfora con la que
se alude a ese procedimiento de convertir algo sucio en limpio, pero en
realidad tuvo otro origen.
Según
dicen, en la década de 1930 los mafiosos de Chicago, (ciudad de Estados
Unidos), descubrieron que instalando una cadena de lavanderías automáticas
sería posible justificar por qué se intentaban hacer depósitos tan grandes con
billetes muy pequeños.
La verdad
era que los negocios ilegales y muy lucrativos de los mafiosos consistían en
pequeñas transacciones con una gran cantidad de consumidores.
Por lo
tanto la denominación de «lavado de dinero» tiene un origen doblemente
justificado: la limpieza de dinero
sucio y la instalación de cadenas de lavanderías como pantalla de los negocios
ilegales.
Cuando al
principio le mencionaba al «lavado de tiempo» me refería a que en ciertas
ocasiones tenemos que justificar qué estuvimos haciendo determinado día entre
tal hora y tal otra hora.
Es propia de la jerga
policial la expresión «tener una coartada», donde la palabra «coartada»
significa: «Argumento de inculpabilidad de un reo por
hallarse en el momento del crimen en otro lugar. Pretexto,
disculpa».
Esta es
otra forma de hacer un «lavado» pues justifica, legaliza, purifica la conducta
de quien tiene la coartada.
Casualmente,
suele decirse que «el tiempo es dinero».
(Este es el Artículo Nº 1.867)
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