Para el sistema financiero los buenos pagadores
parecen ricos que subsidian a los malos pagadores que parecen pobres.
Todos sabemos que algunas
compras sólo pueden hacerse contando con una financiación.
Casi nadie tiene el dinero
suficiente para comprar una vivienda al
contado.
Los préstamos hipotecarios,
(préstamos en los que la garantía del dinero prestado es un inmueble), están
calculados suponiendo que las familias no pueden ahorrar más de la cuarta parte
del dinero que ganan y también suponiendo que con este nivel de ahorro una
vivienda de mediana calidad puede pagarse en 25 años.
Si meditamos brevemente sobre
qué significa para un matrimonio estar pagando un préstamo durante tantos años,
observaremos, por ejemplo, que si realizaron la compra cuando la señora estaba
embarazada del primer hijo, terminarán de pagarla cuando este hijo se haya
recibido de abogado.
También podremos entender que
si aquella vivienda la compraron teniendo en cuenta una cierta cantidad de
hijos, cuando terminen de pagarla estos niños se habrán ido a vivir solos, o
con amigos, o formando un nuevo matrimonio.
Las empresas, (generalmente
bancos), que prestan a tan largos plazos saben que en 25 años pueden ocurrir
cientos de inconvenientes que dificulten o impidan la recuperación, (el cobro),
de lo que prestaron.
Atentos al instinto de
conservación que tienen las empresas, (porque no quieren dar quiebra), los
prestamistas tienen que apelar a cometer una injusticia muy grave pero que es
relativamente tolerada porque las ideologías de izquierda, (socialismo,
comunismo, socialdemocracia), las patrocinan como su forma predilecta de
repartir mejor la riqueza.
Efectivamente, los clientes que
dejarían de comer antes que incumplir con el pago del préstamo se verán
recargados por un sobrecosto que el banco cobra previendo que algunos deudores
dejarán de pagar.
Los responsables parecen ricos
que subsidian a los irresponsables que parecen pobres.
(Este es el Artículo Nº 1.891)
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