¿Es razonable que una
mujer se haga cargo de pagar los gastos generados por una salida placentera con
un hombre?
Días pasados hablé por Skype con una señora chilena que
generalmente lee mis blogs. Me hizo una consulta muy interesante. Si sería
interesante que, al escucharla sin interrumpirla, ella misma se la respondió
con lo cual los dos aprendimos algo.
Modificando sus datos identificatorios para que nadie
imagine quién es, diré que ella tiene 38 años de edad, hace cuatro que está
divorciada y es madre de dos hijos adolescentes.
Desde que se divorció estuvo en una total apatía sexual, solo
tenía el interés puesto en los dos hijos y en su tercer hijo: la empresa,
gracias a la cual los tres pasaban aceptablemente bien en cuanto a necesidades
materiales.
Un día como cualquier otro entró a su comercio un cliente
como cualquier otro..., hasta que algo se alteró repentinamente en su cuerpo.
Perdió la fluidez verbal, dudó si podría mantenerse parada o necesitaría
sentarse. El hombre le hacía preguntas casi sin mirarla lo cual le dio cierta
tranquilidad porque no quería que él se diera cuenta de su perturbación.
Felizmente la situación terminó pronto. El cliente hizo una
compra, pagó y se fue.
Además de los dos hijos y la empresa, aquel señor ocupó un
cuarto lugar dentro de la cabeza de esta lectora.
El tema central de nuestra comunicación por Skype refería a
que el hombre había vuelto, ella no pudo contenerse y lo invitó a «tomar un
café» por la tarde.
El problema surgió porque él no tenía dinero. Estaba
disgustada pues fueron a un hotel, hicieron el amor y ella pagó todos los
gastos, pero sola se tranquilizó pensando que a ese hombre ahora lo necesita
más que al dentista, a quien también le paga.
(Este es el Artículo Nº 1.869)
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