La inteligencia incluye la flexibilidad moral necesaria para no intentar corregir aquellos
actos de corrupción que no lo afecten.
Simplifico la definición de la
palabra «inteligencia» (1) que hace el Diccionario de la Real
Academia Española, diciendo que es la habilidad de resolver
problemas.
Con este artículo comparto con
ustedes mi opinión según la cual la flexibilidad
moral es un ingrediente de la inteligencia. Lo repito todo junto: la flexibilidad moral es un ingrediente de
la habilidad para resolver problemas.
Parto del supuesto que usted
está interesado en el tema central de este blog que refiere a la pobreza
patológica, es decir, aquella pobreza que por alguna razón psicológica que
tendríamos que averiguar cuál es, impide mejorar la calidad de vida que depende
de los recursos económicos.
Cuando me refiero a la flexibilidad moral quiero
decir que no podemos andar por la vida corrigiendo aquellas inconductas que no
nos afectan ni directa ni indirectamente.
Por ejemplo, alguien emprende un negocio para lo cual tiene
que pedir varias habilitaciones al Estado, cumplir con ciertos reglamentos y
eventualmente pedir dinero prestado a un banco.
En el recorrido que tendrá que hacer antes de poder iniciar
sus transacciones habrá de encontrarse con una cantidad de funcionarios de
diferentes categorías, pero que, para facilitar este ejemplo, los dividiré en
dos categorías: los funcionarios correctos y los funcionarios incorrectos.
Los funcionarios correctos no requieren que una persona
inteligente ponga a funcionar su flexibilidad
moral porque estarán haciendo lo que está previsto en las normas, pero los
incorrectos le demandarán poner a prueba otros insumos de su inteligencia como
emprendedor.
Si usted no quiere perder ni tiempo ni dinero apelará a su flexibilidad moral para no dedicarse a
sanear la corrupción estatal sino solo a resolver exclusivamente los problemas
que le conciernen como empresario que necesita trabajar.
(Este es el Artículo Nº 1.882)
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